Sí, obvio. Como poder, pueden. Todos los animales tienen la capacidad de enfermarse y enfermar a otros animales. ¿Pero representan un peligro real para nuestra salud? No. El hecho de vivir en libertad, en espacios abiertos, hace que la posibilidad de contagio sea tan ínfima que se considera nula. El peligro de contagio se da en muy pocas situaciones y en determinados grupos de riesgo. Cómo por ejemplo cuando hay plaga de aves en una fábrica de alimentos o en un sector en donde se come.
Pero te preocupaste por lo que «se dice» y buscaste en Google qué es lo que podés llegar a contagiarte de una paloma… ¿Te asusta la lista de enfermedades? Buscá entonces las que te podés contagiar de un perro o un gato. ¿Qué hacemos entonces? ¿Matamos a todos los animales? ¿Nos quedamos solos en el mundo? Tampoco serviría porque lo que más nos enferma a las personas somos nosotros mismos.
No se trata solo de qué enfermedades son transmisibles sino en qué situaciones. Ese es un dato que por lo general se suele omitir.
¿Sabías que un zorzal o un benteveo pueden contagiarte las mismas enfermedades que una paloma? Pero sin embargo, siempre se habla de ellas… Curioso, ¿no?
Los medios tienen que dejar de brindar información falsa y de alarmar a la gente, porque lo que terminaron provocando es que se empezara a tomar justicia por su propia mano y ahora es frecuente escuchar de personas que las envenenan o disparan, para colmo jactándose de ello.
Es increíble el nivel de ensañamiento al que se ha llegado en estos últimos años con respecto a estos animales. De nosotros depende que la situación se revierta. Tenemos que ser la voz de quienes no pueden defenderse por sí mismos.
En Sin Aves trabajamos para lograr una convivencia armónica entre todas las aves y las personas. No realizamos ni incitamos ninguna acción que las dañe o les produzca sufrimiento.
Pero algunas situaciones requieren modificación de hábitat o de costumbres de las aves para evitar el posado y anidado. Porque las aves, con sus ruidos y excrementos a veces molestan a las personas, arruinan edificios y maquinarias e interfieren con la producción y el trabajo.